Benjamin Grosvenor: Obras de Mendelssohn, Chopin, Ravel, Granados, Liszt – Lugar (Fecha): Palau de la Música (23/05/2016)
La fama que precedía Benjamin Grosvenor y las grabaciones que había escuchado auguraban algo grande. Pero la realidad se transformó en algo sencillamente prodigioso, adjetivo que no resulta en ningún caso exagerado.
El pianista inglés, de 23 años, es un virtuoso. No convierte la maquinaria de sus dedos en un instrumento vacío de contenido sino que, por el contrario, hay un discurso que se amolda a los diversos estilos que adopta. Claro que habría que sentirlo en vivo tocando Bach o Beethoven para completar las grandes escuelas para teclado que tocó el lunes por la noche. Pero fue suficiente para constatar que estamos ante un verdadero genio, de un pianista de instinto y, insisto, de discurso, al servicio -en el caso que nos ocupa, un programa sencillamente espléndido. Para lucirse pero sin caer en la tentación del exhibicionismo vacío.
El “Opus 35” de Mendelssohn, con sus preludios y fugas de reminiscencias bachiana, nos mostró su técnica, antes de una Sonata en Si bemol Menor de Chopin que lució de punta a punta, con momentos culminantes como la segunda sección de la célebre marcha fúnebre.
Y fue en la segunda parte donde Grosvenor exhibió una paleta cromática y un sentido humorístico fascinante con tres grandes piezas de la literatura pianística: “Le Tombeau de Couperin”, de Ravel; los “Valses poéticos”, de Granados (maravilloso Casi ad libitum), y la endemoniada “Venezia y Napoli” de Liszt.
Poco público en el Palau (suele pasar en estos recitales para piano…) pero entusiasta y, ¡oh, milagro!, silencioso y sin móviles impertinentes.
JAUME RADIGALES. La Vanguardia | 23/Mayo/2016